El ensayo La fabrique du crétin : la mort programmée de l'école (La fábrica del cretino: la muerte programada de la escuela) de Jean-Paul Brighelli, nos muestra como se puso en marcha un proyecto a lo largo de los años para hacer creer a los estudiantes que están alzando el nivel, pero en realidad es todo lo contrario. El autor describe y muestra los indicadores de este programa educativo aplicado desde los años 70 en el sistema educativo francés.
Antes de empezar, hay que precisar que no se trata de una fábrica de cretinos como si se tratara de una fábrica de fideos o la fábrica de cualquier otro producto, sino de la fábrica DEL cretino, es decir, de su “ingeniero, su director, su jefe”, dice en el prefacio Bernard Lecherbonnier.
La destrucción de la escuela obedece a políticas muy bien intencionadas y mal orientadas, con la finalidad de instruirles para el beneficio de las compañías industriales. “El sueño del industrial, es el islote, el esclavo sin consciencia de las sociedades antiguas, el Cretino de las sociedades modernas. La sociedad industrial obra para perfeccionarlo.
El neoliberalismo restableció la miseria; era lógico que en paralelo rehabilitara la ignorancia”. p.22.
Para llegar a tal fin, se implantaron diferentes planes, uno de ellos era ‘escuchar a los alumnos’, que para el autor de este ensayo “es uno de las tonterías impuestas a los maestros para justificar el hecho de que los alumnos ya no escuchan más. El sistema, es el conocimiento. Y las transmisión del conocimiento es vertical; de profesor a alumno. […] Que él permita contaminar esta comunicación académica que es la transmisión de conocimiento por consideraciones sentimentales es una aberración. El maestro no es un sustituto de padre o madre. Él no puede ser. […] Alumnos y profesores deben aprender a dejar sus afectos en la puerta del establecimiento, ingresando, y a retomarlos saliendo”. p. 30.
El programa está hecho para que si “proletario naciste, proletario permanecerás – y si es posible te convertirás, porque no necesitamos de ti en la cima”. p. 75.
Muchos de los que hoy son profesionales, probablemente han estudiado con un rigor y disciplina propio de las instituciones educativas, pero hoy en día es todo lo contrario, hay mucha tolerancia a las faltas de respeto, a la desobediencia de los estudiantes, no trabajan las tareas, etc. “Tolerar las faltas; es motivar el desorden”. p. 76.
Las enciclopedias que se utilizaban en la educación francesa hasta los años 70 eran respetables, porque motivada que el profesor a seguir preparándose, pero eso ya no existe. A los profesores “desaconsejaron el enciclopedismo. Se les prohibió la cultura-lo suyo. ‘Más bien escucha su cultura... estudia rap... trabaja NTM [grupo de rap que lleva por nombre las iniciales de la expresión francesa ‘folla a tu madre’, ndt]”. p. 105. Con ese tipo de imposición, definitivamente los alumnos saldrán sin conocer a Voltaire, Moliere, Dumas, Víctor Hugo, Guy de Maupassant, Charles Baudelaire, Rimbaud, etc.
Definitivamente, “Proponer a estos niños trabajar sobre su ‘cultura’ es despreciarlos. [...] Aconsejarles que lean exclusivamente obras cortas es humillarlos”. p. 105.
Los manuales fueron completamente cambiados para producir “pobreza intelectual”, Jean-Paul Brighelli, quien fue profesor escribe: “Para hablar con claridad, los libros de texto actuales tienen la pretensión de igualar, en 350 páginas, el conjuntos que hacían, invaluables para uno u otro editor, entre 2000 y 2500 páginas.
Allí esta una manera precisa de medir la bajada programada del nivel escolar: los estudiantes de hoy aprenden el 15% de lo que se enseñaba hace veinte años. [...] Los libros de texto de hoy, lejos de ser objetos de deseo, son objetos de repulsión para los estudiantes”. p.111.
Cruda realidad descrito por el autor en este ensayo. Pero, eso no es todo. En otra parte del libro, el autor dice: “El capitalismo no es el gran vencedor que él pretende ser: él tiene miedo a la memoria. En todo caso, él busca por todos los medios para abolirlo. No se prohíbe a los historiadores de ejercer: se suprime su enseñanza”. p. 153.
A inicios de los años 2000, la Comisión Europea hizo adoptar 5 criterios de evaluación que deberían regir en los países europeos, el objetivo era adoptar la enseñanza para un ambiente económico cambiante e imprevisible y para un mercado de trabajo donde los niveles de calificación tienden cada vez a bajar. “Si por un lado la industria reclama algunos técnicos o ejecutivos superiores muy competentes; ella necesita del otro lado una masa de trabajadores cada vez mas polivalentes: comprendamos que una formación inicial seria es cada vez menos necesaria. Estos trabajadores llamados 'no calificados', sin embargo, deben disponer de competencia muy específicas: saber leer, escribir, calcular, servirse de un tratamiento de texto o de Internet, pronunciar unas pocas oraciones estandarizadas en dos o tres idiomas europeos, de los cuales, obligatoriamente, el Inglés”. p. 187.
Este libro nos invita, de alguna manera a cuestionarnos sobre la política educativa implantada en Francia hace 30 años que terminaron siendo un fracaso. El autor también propone que la solución debe ser dada con urgencia: “La escuela vuelva a jugar integralmente su rol, formados y selector. Que ella sea el vivero de nuevas élites – en todos los niveles, y no solamente en lo más alto. La escuela debe proporcionar conocimientos para liberar competencias (habilidades) y no ensañarse a construir competencias fuera del conocimiento, reducción uniformemente bajo la apariencia de la diversificación. [...] Solo el conocimiento hace eclosionar las verdaderas élites. La habilidad no se decreta: ella es el producto de una competencia real en igualdad de condiciones”. p. 195.
Es un ensayo que nos muestra como las reformas educativas muchas veces van no para mejorar la calidad de la educación, sino todo lo contrario.
Un libro muy interesante, muy recomendable para todo el público.
Un libro muy interesante, muy recomendable para todo el público.
Libro: La fabrique du crétin : la mort programmée de l'école, Jean-Paul Brighelli, Jean Claude Gawsewitch Editeur, 2005, Paris, 221p.
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