Libro: Plataforma de Michel Houellebecq

Hace algunas semanas había empezado a leer la novela Plateforme[1] del escritor francés Michel Houellebecq y, a medida que iba avanzando, me interesaba más cada página. Pero la cúspide fue cuando estuve leyendo un evento descrito en esta novela, como si estuviera leyendo algún diario de la actualidad de la semana que siguieron al 13 de noviembre 2015. Usted se dará cuenta al final de esta publicación de qué evento se trata.

Cuando ya había llegado a los primeros 25 páginas del libro, tenía la sensación e que no estaba leyendo a Michel Houellebecq, sino a cualquier otro escritor (a) que no siempre genera interés y, hasta deseamos devolver el libro a la librería (me sucedió una vez con un autor, felizmente la librería me cambio con otro), pero seguí leyendo hasta que llegué a la pagina 27 y de ahí ya la historia ya toma otra dimensión.

La novela Plateforme (Plataforma) fue publicado el año 2001, pero la historia se desarrolla entre finales de los años 90 e inicios del nuevo siglo XXI. Es una novela que trata en lo esencial sobre el hombre occidental y si se quiere Michel ilustra en estas páginas el inicio de la decadencia de esta sociedad o modo de vida frívola y miserable. Todo esto lo dice a través de la comparación con otras civilizaciones que de alguna manera aun preservan sus particularidades como es la Tailandia, lugar a donde viajaron Jean-Yves, Valérie, Michel, etc. que son los personajes de Plateforme.

El personaje reflexivo de toda esta historia es Michel, un tipo que trabaja en una entidad publica francesa ligado a la Cultura, mientras los otros dos personajes trabajan para el sector privado en el rubro del turismo y hotelería.

A través Plateforme, Michel Houellebecq pone en perspectiva sociológica sobre que o que está pasando en Europa Occidental principalmente. Michel nos habla del reemplazamiento de una creencia religiosa por otra, es decir la islamización de la Francia por citar un ejemplo. Cuando Michel escucha a una Aïcha sobre la vida se sus hermanos ligados a la religión musulmana, Michel tuvo “en ese momento una visión sobre los flujos migratorios como los vasos sanguíneos que atraviesan la Europa; los musulmanes aparecen como coagulo que se reabsorben lentamente”.[2] 

Michel nos ilustra a un hombre europeo en crisis de todo tipo. “Mis sueños son mediocres. Como todos los habitantes de Europa Occidental, yo quiero viajar[3]. Pero entiéndase que viajar es diferente que hacer turismo. Y, eso es lo que quería hacer Michel. Y para eso elige el circuito “Tropic Thaï”, es decir en Tailandia.

Hacía 15 años que este libro ya había sido escrito y descrito los cambios o preferencias de la sociedad occidental que lamentablemente ha contaminado muchas partes del mundo y se está agravando por la globalización. Lo que se puede ver hoy en día en la televisión, en los medios de alcance internacional es una constato de la decadencia de occidente. Para citar solo un ejemplo-. Hoy en día prima ante todo lo visual, lo físico y no lo intelectual y, sobre esto Houellebecq escribe: “Si él [Su padre de Michel, ndlr] había realizado tanto deporte, él me había explicado una vez, era para embrutecerse, para impedirse de pensar. Él tuvo éxito: Yo estaba convencido de que había conseguido pasar por la vida sin sentir jamás de real interrogación sobre la condición humana.[4]

En otra parte del libro, Houellebecq también habla del racismo. “…Uno de los primeros efectos del viaje… consiste a reforzar o a crear los prejuicios raciales; porque ¿cómo nos imaginamos a los otros antes de conocerlos?  Como idéntico a sí mismo, no hace falta decir; es sólo poco a poco que nos damos cuenta que la realidad es ligeramente diferente. Cuando él puede, el Occidental trabaja; frecuentemente su trabajo lo aburre o lo exaspera, pero él finge estar interesado: observamos esto[5], dice Robert, unos de los personajes que se lamente que ya no puede esperar mucho en el plano sexual a sus 50 años de edad y que incluso “ya no siente deseo por una blanca” para tener sexo, por lo que prefiere hacer un turismo sexual por todo el mundo.
En la época cuando los Blancos se consideraban como superiores, el racismo no era peligroso. Para los colonos, los misioneros, los profesores laicos del siglo XIX, el Negro era un grande animal no muy malo, con las costumbres divertidas, una suerte de mono un poco más evolucionado. En el peor de los casos se le consideraba como animal de carga útil, ya capaz de efectuar labores complejas; en el mejor de los casos como un alma tosco, mal forjado, pero capaz por la educación de elevarse hasta Dios – o hasta la razón occidental…”, adiciona Robert a su discurso precedente.

Ya en otra parte del libro, Houellebecq también habla de la vida cara de los occidentales, de los consumos de droga, de la prostitución, de la contaminación sonora, del egoísmo, de la inseguridad en los lugares público. Y, sobre todo sobre este último, Michel describe una escena de horror en Platefrome. Un día él fue testigo de las ráfagas de balas en los bares, frente a la terraza una mujer blanca empieza gritar, la gente correr para buscar algún refugio, heridos tirados por todos lados, sangre que corre por el piso, etc. Hombres fuertemente armados con metralleta en mano disparan hacia las personas que estaban en los bares y restaurantes, los vasos, los utensilios vuelan en pedazos por todas partes, etc. Mientras Michel logra esconderse debajo de la mesa y a su lado otros desangrándose mientras seguían escuchando los disparos que parecían nunca terminar. “El olor de la pólvora era muy fuerte”, dice Michel. Brazos seccionados, cuerpos mutilados, órganos fuera del cuerpo, etc. ¡Una verdadera escena de horror!

Ese pasaje del libro es casi idéntico a lo que se vivirá 15 años después en la capital francesa el viernes 13 de noviembre 2015 y que justamente Michel Houellebecq salió unos días después a condenar a los que hacen posible el nacimiento de los terrorista.

Pero, eso no es todo, al parecer lo que está diciendo Michel Houellebecq en sus libros se está cumpliendo o se va a cumplir probablemente en los próximos años. En Francia y en Europa hay un reemplazamiento de la población y, frente a una o varias crisis a la vez, las tensiones se incrementan también. “Usted tiene miedo, y usted tiene razón de tener miedo. Yo preveo para los años a venir un incremento de las violencias raciales en Europa; todo esto se terminará en una guerra civil...todo esto se resolverá con Kalachnikov[6], dice uno de sus personajes de esta novela.
Extracto [6] del libro Plateforme de Michel Houellebecq.
Para terminar, esta novela es sumamente interesante no solo por su estilo de escritura de Houellebecq, sino por el tema que sigue siendo de actualidad. ¡Se los recomiendo! mis queridos lectores.

Notas:
[1] Michel Houellebecq, Plateforme, Edition Flammarion, 2001.
[2] Ibid. p.27
[3] Ibid. p.31
[4] Ibid. p.67
[5] Ibid. p.111
[6] Id. p.114.

Libro: Cambio de Palabras de César Hildebrandt

Hace un tiempo había leído el libro Cambio de Palabras[1] del periodista César Hildebrandt. Un libro que contiene más de 20 entrevistas a políticos, escritores, ex presidentes del Perú, intelectuales, diplomáticas, etc.

Por citar solo a algunos de los entrevistados por césar Hildebrandt, tenemos: Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge del Prado, Alfredo Bryce Echenique, Julio Cortázar, Juan Velasco Alvarado, Luis Miró Quesada de la Guerra, Armando Villanueva, Julio Cotler, Luis Alerto Sánchez, Manuel Scorza, Pablo Macera, Mario Vargas Llosa, etc.

Un libro sumamente enriquecedor a través de sus propias palabras de los entrevistados, que nos permite conocer mejor los propósitos de cada uno de ellos en sus respectivas carreras. Lejos de los clichés que la prensa en contra de  alguien, las intervenciones de los entrevistados nos permite mejor conocer ciertos aspectos de la historia social, política y económica del Perú.

Solo a modo de un pequeño extracto, a continuación voy a citar algunos pasajes de la entrevista que realizó Hildebrandt al General Juan Velasco Alvarado cuando ya había dejado la presidencia del Perú. Esa entrevista cumplirá 40 años el próximo 03 de enero 2017 desde su publicación en la revista Caretas.

"El Perú debe ser independiente y soberano"

Cuando César Hildebrandt le pregunta si Juan Velasco Alvarado había tenido tiempo para reflexionar de lo que fue su Gobierno y los objetivos que podrían ser definidos después de la revolución. La respuesta del General:

Hacer del Perú un país independiente y cambiar las estructuras para que el Perú se desarrollara con independencia, con soberanía. No un país vendido, de rodillas. ¿Cómo era aquí? ¡Aquí mandaba el embajador americano! Cuando yo era presidente, el embajador tenía que pedir audiencia y yo lo manejada a seis pasos. Yo los fregué. Y boté a la misión militar americana. Aquí había como 50 o 60 jefes americanos y el Gobierno peruano tenia que pagarles sus sueldos, el pasaje hasta para el gatito que traía la familia. Y formulaban parte de la información para la CIA. Nosotros no los necesitábamos…”[2].

"Yo sabía que en cualquier momento me botaban"

Cuando uno defiende a la mayoría oprimida, la oligarquía inepta del Perú y sus empleados suelen usar términos como rencor, odio, resentido, etc. para desacreditar a alguien que piensa de manera diferente a ellos y que podría ser una verdadera fuerza alternativa ante esta decadente "élite" de la República peruana. Lo hacen con el fin de ocultar el tema de fondo. En realidad son ellos los que odian a la mayoría, niegan el acceso a la educación, privan a la gente que demanda una formación universitaria de calidad, etc. porque saben que al dar una educación al pueblo; su dominación ilegitima tendría los días contados.

Hildebrandt pregunta: “Mucha gente considera que usted está lleno de rencor. ¿Qué piensa de eso?”

¿Rencor? ¿Contra quién? ¡Contra nadie! Yo no di ningún golpe […] Yo llevé una revolución. […]  Porque nosotros entramos de frente a actuar, a operar con velocidad. Nosotros hemos hecho cuántas cosas a una velocidad espantosa. Yo sabía que en cualquier momento me botaban. Porque aquí en el Perú fatalmente la oligarquía nunca muere…”[3]

Claro, como el mismo General lo dice, esa “oligarquía está creciendo otra vez”, porque no se ha terminado por destruirlos del todo y, porque la revolución quedó inconclusa. Inconclusa porque lo sacaron de la presidencia a Juan Velasco Alvarado.

El comunismo

Según las afirmaciones de César Hildebrandt, “algunos sectores le reprocharon  siempre” al General “que fuera amigo de los comunistas”. Evidentemente, “no sólo eso. Me han dicho que oficialicé el comunismo. Y eso es una brutalidad…”[4], dice Velasco Alvarado.

“La revolución era para todos los peruanos”

Según el Alvarado, un hombre de formación militar; hubo infiltración del comunismo en su Gobierno. Y “en cierta forma” los “combatió”, sin llegar a perseguir a alguien por sus opciones ideológicas, porque el General respetaba las ideas de todos que podrían “expresarlas” de manera libre y “como le dé la gana. A no ser que lo hagan cambiar a la fuerza, o que le hagan lavado cerebral. Uno de los puntos de nuestra revolución peruana era para todos los peruanos, no era para unos cuantos. Yo decía que a aquellos que no querían estar con la revolución, la revolución les iba entrar por los poros alguna vez”[5].

Yo no hice la revolución para llenarme los bolsillos

César vuelve a preguntar: "Libros como El Poder Invisible lo han descrito a usted como un hombre resentido, lleno de amargura por su infancia tan pobre, tan dura. ¿Qué le suscita eso?"

Hubiera sido como el alacrán, Me hubiera metido la ponzoña yo. Cuando yo hice la revolución, ya era general de división. Había llegado a lo más alto de mi carrera. General de división […] Era comandante general del Ejercito  y presidente del Comando Conjunto. ¿Dinero? Yo no necesitaba dinero, viejo. Yo había estado como agregado militar en Francia, donde gané bastantes dólares como diplomático. Después fui miembro de la Junta Interamericana  de Defensa, y ahí también gané plata. Ahorrábamos, yo nunca he sido botarate […] Yo no hice la revolución para llenarme los bolsillos. ¿Dónde está el dinero que me he robado? Yo no tengo plata. Yo vivo con las justas. Vivo de mi pensión, nada mas.”[6], dice Juan Velasco Alvarado.

Yo no era el tirano

En otra parte de la entrevista, también se habla de “los más importantes errores de su Gobierno” del general Alvarado.

“… Mi gobierno era un Gobierno de la Fuerza Armada. Yo no era, como dicen, el tirano que decía tal cosa […] Eso es falso. Yo todo lo llevaba a votación al gabinete”[7], afirma Juan Velasco Alvarado.

A la buena gente los excluyen

En plena crisis económica, la primera solución pasa por tomar medidas para solucionar el problema. Y, para eso las entidades económicas deben estar a cargo de gente capaz. Pero si se remplaza a los responsables de los puestos claves del Gobierno que sólo buscaran su beneficio personal o de una minoría, poco o nada se puede hacer para solucionar la crisis económica.

Juan Velasco Alvarado dice: “… Botan del Banco de reserva a Barreto, que es un tipo de mucha experiencia; ¿Así se hace patria? A la buena gente la han botado y ha quedado una partida de mocosos”[8].

La revolución fue para hacer un nuevo Perú

Cada acción de la revolución tenía un costo que debía ser pagado. La responsabilidad de cualquier gobierno, es buscar la mejora de vida de sus ciudadanos y de la mayoría y, para eso las obras deben ser ejecutadas. Juan Velasco Alvarado dice:

Si usted va al Gobierno y no hace nada, no gasta un centavo. La revolución fue para hacer un nuevo Perú. Había que expropiar las tierras y había que pagar esas tierras. Cada transformación costaba al país. Las cuentas están claras. Yo lo pongo el oleoducto, Poechos, Cuajones, Bayovar, Olmos, la fábrica de papel, fertilizantes. Actualmente este Gobierno va apretar el botón, a hacer inauguraciones. ¿Inauguraciones de qué? De obras importantes que hizo la revolución”[9].

La virtud y el defecto del gobierno revolucionario

Cuando César pregunta al General para que mencione algunas virtudes y defectos de su gobierno revolucionario, la respuesta del ex presidente del Perú es:

La mejor virtud fue que fue el primer Gobierno que luchó por las grandes mayorías que estaban oprimidas”[10]. Y “el peor defecto de la revolución… bueno, tenía muchos defectos. Porque yo actuaba con gente que era enemiga de la revolución. Había belaundistas, apristas, comunistas. Teníamos opositores por todos lados. Inclusive ya está usted viendo, viejo, que mis ministros me traicionaros. ¿O no? Me traicionaron porque me sacaron.”[11]

En defensa de la revolución

Hasta hoy en día se ve a los diarios demoler al General. Es lógico esa posición porque ellos eran los latifundios que tenían extensos terrenos de cultivo, conocidos como haciendas, donde se les hacia trabajar a los pobladores prácticamente sin ninguna o casi nula remuneración económica.  Hace casi un año, en un reportaje de France 2 (televisión francesa), los Quechuas afirman claramente cómo eran explotados por estos terratenientes (ver: Cita en tierra desconocida: Arthur, en la casa de los Quechuas). Ante el cambio de gobierno unos forman parte de la oposición, otros no. En el caso del Gobierno de Juan Velasco, el diario Expreso defendía la revolución.

Expreso defendía a la revolución peruana […] ¿Por qué? No sé. Pero la defendían. Cuando La prensa nos atacaba, el único que salía y nos defendía era Expreso. Cuando El Comercio nos atacaba, el único periódico que salía en defensa de la revolución era Expreso. Se les prendía como un perro y les decía pestes. Nos defendía bravamente, con valentía. Ahora yo sé que allí había comunistas, claro. Estaba Moncloa, Roncagliolo, había varios, había un grupo. Pero nos defendía…”[12]

En otra parte de la entrevista también se habla de las reuniones que tuvieron algunos mandos que traicionaron al General. También del riesgo que podría producirse en caso de que los medios de comunicación cayeran bajo las manos de los comunistas, de la extrema izquierda, etc.
La gente era estafada, le robaban su dinero

A diferencia de los que se puede escuchar y leer hoy en día en los medios controlados por una minoría  y por la oligarquía amargada y colérica a los que se enfrentó con firmeza Juan Velasco Alvarado; el libro Cambio de Palabras nos muestra un panorama mucho más interesante y, que invita a uno a investigar un poco más sobre la revolución militar de Velasco.

La única amargura que tengo es no haber completado las transformaciones. Nos falto no sólo la salud y la vivienda sino el crédito, la banca; no queríamos apoderarnos de los bancos para apoderarnos de sus utilidades. Lo que queríamos es que el estado fuera dueño de la banca para poder manejar el crédito con un criterio revolucionario. Prestarle al zapatero, al gasfitero, al campesino […] Oye, viejo, no había plata; a esta pobre gente le compraban las cosechas por cinco años; esta gente era estafada, le robaban su dinero… nos falta tiempo, porque me botaron. Yo hice lo que pude….”[13]

150 años de una oligarquía incapaz

Existe una élite que gobierna el Perú y, esta élite carece de visión, de estima, carece de empatía hacia sus compatriotas. Y, jamas harán algo por su pueblo si no se sienten como parte de ellos. Lamentablemente esa "élite" gobierna al Perú. Velasco tiene razón al decir que esos gobiernos nunca hicieron algo para cambiar la situación de los peruanos.

La revolución se ha dado el gusto de hacer las transformaciones que no hicieron los civiles. Los civiles tuvieron 150 años el Gobierno  no lo hicieron. Por eso es que la Fuerza Armada tuvo que hacer la revolución. El consuelo que tengo es que la revolución hizo vibrar. Porque hasta los enemigos nuestros vibraron de contento cuando recuperamos Talara...“[14]

En efecto, la recuperación de Talara fue un evento histórico. Recomendable este libro para todos y, no sólo para los que hacen periodismo, como dicen muchos "periodistas".

Y para conocer mejor el tema sobre el Gobierno de Velasco Alvarado, también seria bueno leer el libro “La Revolución de Velasco en cifras” de Vargas Gavilano Amilcar.

Nota:
[1] César Hildebrandt, Cambio de palabras, edición Tierra Nueva, tercera edición 2009.
[2] id. p. 99
[3] id. p. 99.
[4] id. p. 101.
[5] id. p. 101.
[6] id. p. 102.
[7] id. p. 103.
[8]id. p. 104.
[9] id. p. 104.
[10]id. p. 104.
[11] id. p. 105.
[12] id. p. 106.
[13] id. p. 107.
[14] id. p. 107.